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Agua, aceite y gasolina. ENRIQUE JARDIEL PONCELA.

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Mario se ha citado en una gasolinera para fugarse con su amante, Leticia, una mujer casada. Pero ésta le deja plantado y le hace llegar una carta de despedida. Mario cae en una depresión cercana a la locura a la que sus allegados tratarán de poner fin, ayudados por el doctor Sarols, quien propone que una chica rústica con cierto parecido físico con Leticia se haga pasar por ésta ante los ojos de Mario, en lo que colaborará incluso el esposo de Leticia. La elegida para la suplantación es la Cosqui, aunque para interpretar el papel tendría que lavarse a dia rio, cosa que odia. Mario está tan impaciente por volver a ver a su amada después de tantos meses que no se dará cuenta de la suplantación. Para enredar más la situación, la madre de la Cosqui se presenta en la casa creyendo que tienen secuestrada a su hija, pues no ha vuelto a su antiguo hogar. La Cosqui está dispuesta
a casarse con Mario como sea, pero la voluble Leticia, después de abandonarle, y al ver a otra mujer rondando a quien fuera su amante, irrumpe en escena dispuesta a fugarse con él. Esta obra es probablemente la gran olvidada de las comedias de Enrique Jardiel Poncela. Estrenada en 1946, por la compañía González-Vico-Carbonell en el teatro de la Zarzuela de Madrid, con Antonio Vico como estrella, los rígidos códigos morales de la dictadura llevaron a que la obra fuese atacada por la inmoralidad de los personajes. El estreno fue un tumulto; a los 5 minutos de alzarse el telón un sec tor del público inició un furioso pateo, neutralizado por ovaciones de otro sector. Estos he chos se repitieron varias veces a lo largo de toda la representación. Sólo Marqueríe se atrevió a alabar una obra que molestaba tanto a la moral del Régimen.

ENRIQUE JARDIEL PONCELA (Madrid, 1901 – 1952). Novelista, articulista y dramaturgo. Su obra, basada en un humor vanguardista y relacionada con el teatro del absurdo, se alejó del humor tradicional acercándose a otro más intelectual, rompiendo con el naturalismo imperante en el teatro español y con las visiones del romanticismo. Su humor lúcido, crítico, irreverente y penetrante le supuso ser atacado por una gran parte de la crítica y la sociedad de su tiempo y ser censurado por el Franquismo. Murió de cáncer, censurado, arruinado y olvidado, a los 50 años, pero el paso del tiempo ha agigantado su figura hasta convertirle en un autor básico de la primera mitad del siglo XX. Es autor de las novelas Amor se escribe sin hache, ¡Espérame en Siberia, vida mía!, Pero… ¿hubo alguna vez once mil vírgenes? y La tournée de Dios. Autor de novela, relato y artículos en prensa, se le recuerda además por obras teatrales como: Angelina o el honor de un brigadier, Madre (el drama padre), Agua, aceite y gasolina, las tres en Ediciones Irreverentes, Una noche de primavera sin sueño, Usted tiene ojos de mujer fatal, Las cinco advertencias de Satanás, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Un marido de ida y vuelta, Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada, Los habitantes de la casa deshabitada y El amor sólo dura 2000 metros.

Publicada por Ediciones Irreverentes.

Colección de teatro, nº 116

132 páginas

ISBN: 978-84-17481-37-7

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